Los hachones vislumbran la noche
“levantá” por empuje del costal;
tras una larga “chicotá”
y sin dejar que la marcha abroche,
a la barranca ya se va
sin que al andar se le note.
¡Bendito Cristo de la Sangre
de la
Hermandad Sacramental!
¡Bendita es tu humildad!
Pues para ver a tu Madre,
te dejan en la oscuridad,
y en el silencio de la calle.
Paula viste su negra túnica,
y María ilumina con cera roja
tu silencio casi me acongoja,
y con tu seriedad casi única
voy llenando mi gran alforja
de ardientes lágrimas púdicas.
El sollozo abría la ruta,
una voz emitía un lamento,
de dolor y de tormento
y en el balcón de Machuca
se escuchaba a los cuatro vientos
la saeta más antigua
de la noche de los tiempos.
Y en una goleta de ruedas negras,
Ángel, llevaba con pastas rojas
un sinfín de blancas hojas
que contienen nuestras reglas.
Y Loreto hacía de viento
que empujaba en noche oscura
y si alguna vez surgieron dudas
de dolor y sufrimiento
todas las heridas se curan
con amor, es lo que siento.
Por eso Cristo de la Sangre
de la Espartinas Sacramental:
Bendice a estos tus hijos
que “pa” poderte llevar,
empujan hasta los cielos
con amor y caridad.
De mi Pregón de la Semana Santa de Espartinas de 2009.
De mi Pregón de la Semana Santa de Espartinas de 2009.
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Foto de la Web Tres caídas de Dos Hermanas. |