El frío y húmedo
viento del norte (Bóreas)
competía con su pequeño hermano, (Céfiro)
por conseguir la delicada mano
de dulce Cloris, deidad de la corte.
El cálido y suave viento de oeste
la conquistó con su porte gitano,
y la hizo volar rauda al meridiano
cruzando un Olimpo asaz agreste.
Ya llega la gran Diosa con sus huestes:
bailarinas, azahar, melodías de piano,
flores, aromas, lluvia y sol temprano,
recostada, sin que la luz le moleste.
Cloris, madre de la primavera,
efervescentes efluvios de amor,
mirada dormida y severa,
perfumes que llenan de olor
el arquibanco donde esperas…
Oh, Diosa-madre, primavera
la inminente llegada del sol.