Caracolas de oro fino
que en tus puños resaltan
y caireles que descansan
en un hombro que adivino.
De un mar de espuma vino
emergiendo en una barca,
huyendo de la negra parca
cual sirena de blanco lino.
El sol te signa el destino
y tu suave dorso se enmarca;
mas tu dulce mirada abarca
los vaivenes de mi camino.
Tiende tus sedosos dedos rosa
sé la guía de mis manos,
pues con mis ojos ancianos
no puedo verte, preciosa.
Monta en tu ola de espuma
de bordadura primorosa,
escóndete de la bruma
eres demasiado hermosa;
no vaya a ser que la luna
se vuelva aún más celosa
por no tener tu fortuna.