En el
alfeizar el sol derrama
el
color del blanco azahar
que
se asomaba para mirar
deslumbrado
por la mañana.
Dos
luciérnagas, dos hermanas
que se entrelazan en sanidad,
y se
codean con santidad
en su
beneficencia callada.
Deleitosas
voces cristianas
que
se intuyen, con calidad
con
dulzura y con bondad
y
de la música enamoradas.
Blancas
voces serafinas
por
las notas subyugadas,
ataviadas de mantilla
en un gran lienzo pintadas;
y al
adentrarnos en la capilla
estando
ya “descerrojada”;
contemplé la bóveda coralina
abajo miraba a Reyes y Carmen
y
arriba a Santa Justa y Rufina.
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