Si alguien la vuelve a ver, dígale que nunca dejé de escribirle, aunque mi alma se haya quedado sin tinta.

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domingo, 23 de diciembre de 2018

EL BELÉN DEL HOSPITAL.


De cemento, ladrillo y cal,
deambulando por el desierto,
es sendero que a mí me aboca
hasta  Belén, a un concierto.

Estrellas de color azul
que destellan por las calles,
y me orientan al portal
que resurge tras el valle.

Es un pueblo ciertamente,
grande cual ciudad serena
sin rocas, sin río, sin arena,
mas con miles de vivientes.

De alimentos y noticias
tenderetes a la entrada,
de bebidas, caramelos
y agua mineralizada.

Celadores que son pastores
con camillas, y  con sillas
que acercan  a nuestro portal
a chiquillos, a chiquillas,
a jóvenes y a mayores
y a los que rezan en la capilla.
  
Ángeles cual enfermeros
y enfermeras al alimón,
revolotean muy prestos
por las cuevas y el callejón
para asistir sin denuesto
a cualquier intervención;
y en habitación recogidas
con un ángel anunciador
atentas son las auxiliares
de cualquier obligación.

Hacen menús de ración
posaderas en cocina
para todos los vivientes
preparando las comidas.
Entre rayos y contrastes,
hacen mil fotos internas,
son los técnicos que se integran
previniendo mil desastres.

Carpinteros, alfareros,
albañiles y armadores;
todos en Belén se revelan
y son los mantenedores.

La guardia romana, en la puerta
y en el medio de las calles
hacen que sea muy cierta
una seguridad al detalle.

Lavanderas de blanco y azul
que mantienen todo limpio
y hacen que en este sitio
destelle una brillante luz;
y los del censo del Belén
se asientan en el "triaje"
te dan papeles, y parabién
te prestan varios ropajes.

Voluntarios, a cientos
que arriban hasta el portal,
para acercar a los vivientes
cariño, amor y amistad;
y los pobres en la calle
pidiendo por aparcar
aunque ya de poco les vale
con las máquinas de pagar;
los orates, los venteros,
el catering "pa" almorzar,
cien contables con papeles
y un menú de Navidad.

El metástasis de Herodes,
rey maldito y muy mamón
rodeado de secuaces
que atacan al corazón;
acompañantes de los vivientes
ocultan al familiar
de la vista del felón
al que quieren evitar.

Hay una casa en que vigilan
a los más desesperados,
los atienden, y los miman
con intensivos  cuidados. Mas...

Por el norte y por poniente
con ropajes de verde mar,
prestos siempre a operar,
vienen del sur y de oriente
esos magos residentes,
que solo quieren sanar
recuperando a las gentes.
Todo está preparado,
listos para empezar,
no sé si será esto cierto
quizá hasta sea verdad...

Pero mira como beben
los peces en la ría...
La abuela Ana se entretenía
entre las sábanas de su cama
y en la diálisis, en pijama
Joaquín un poco dormía.
  
Noche de paz, noche de luz...
En la casa del maternal
nace un bebé prematuro
un pequeño guerrero, Jesús
de cristales es su portal,
y yo creo de verdad
que es un chico de futuro.
Su madre María, primeriza
sufrió más de mil apuros
y José, Pepe, padre putativo
pasó momentos muy duros.

"Aquesta" fue nuestra historia,
de un día a día en el portal
arropados por una Paloma
blanca, blanca como la paz,
que llegó de al lado del río,
y yo lo quiero bautizar:
Belén viviente del Virgen del Rocío.

Los que vienen hoy a vernos
en este día de Navidad,
acercarán un poco de luz
a la tiniebla y oscuridad.

Esta tarde, amigos míos
unos llegan a cantar,
es una dulcísima coral
donde anidan dos serafines
que a diario aquí trabajan;
son mi Reyes y mi Carmen
que con esa voz tan especial
vienen a endulzar la tarde
en el Belén del Hospital.

Bienvenidas voces solidarias
con esos villancicos de paz,
que más bien serán plegarias,
de belleza y humildad.
para desear a los presentes
una bendita Navidad.

¡Que así sea!






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