Aguas que la vida halla,
un inmenso cementerio,
profundidades con misterio
donde los barcos encallan.
Ondas donde el agua estalla,
de los delfines, imperio;
de coral mil monasterios
que a las algas amurallan.
Profundidades de mil batallas,
vaivén de bajeles ebrios
allí cometen adulterios
las sirenitas canallas.
Espumas blancas que avasallan
a la arena blanca, sin miedo;
raudo retiro mi toalla
que ya está fría como el hielo;
se atisba de largo una mojada
como si fuese a llorar el cielo,
y desde las densas nubes restallan
relámpagos en cautiverio
a los que el ronco trueno acalla
dejándome mudo, perplejo;
Inicié raudo mi cortejo
y abandoné a prisa la playa.
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