Yo no pude ni escoger
era mi propio descalabro,
siempre fuiste mi ocaso
yo no me daba a valer.
era mi propio descalabro,
siempre fuiste mi ocaso
yo no me daba a valer.
A veces intenté emerger
tropecé en errores crasos,
el amor era tan escaso...
como solía a menudo suceder.
Mi sonrisa ya no me podía sostener
llegaba siempre con retraso,
aunque recitara un parnaso
escrito en cabeza de alfiler.
Me tuve que proteger,
evadirme de los acasos,
y en mi alma recoser
alas nueva de Pegaso;
e intentar volar otra vez
aunque me sienta laso,
aunque no me quieras retener,
aunque disfrutes de mi fracaso...
Es duro ser para tí, mujer
un simple y triste payaso.
Foto extraída de la página: impulsivos.es |
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