El
burel el albero rastrea
en
el burladero del tres,
y
mira arriba y se asoma,
y
respira y te mira
de
la cabeza a los pies.
El
cerrojo del callejón
suspira
y se asoma;
tras
el canto del clarín…..
un
castoreño, una pica,
chaquetilla una mona;
apretado
el corbatín,
chalequillo
y calzona.
Asoma
una dinastía
entre
rayas de picar
con
la vara por delante
como
se debe citar;
duda
un poco la fiera,
cita
al vuelo el percal
y
se inicia una embestida
la
que Curro templará.
Sangre
corría por sus venas,
que
sigue recorriendo alberos;
y
hasta alguno dejó su vida
estampada
entre tableros;
sangre
de estirpe torera
Muñoz
o “Morenos”
es
para más verdad,
como
diría el Espartero,
gran
familia de toreros
paridos
por mi ciudad.
El
caballo, bandera y vida
en
tentaderos que educan,
donde
toreros se hacen hombres
y
en muletas se acurrucan.
Cita
a las nubes del cielo
con
varas de firmamento azul,
que
esas picas no caducan
porque
están hechas de luz.
Aunque
los ángeles se asombren
y
se escondan por Benazuza,
siempre
me enorgullece decir:
que
Curro era su nombre
y
de apellido, Sanlúcar.
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