Si alguien la vuelve a ver, dígale que nunca dejé de escribirle, aunque mi alma se haya quedado sin tinta.

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miércoles, 17 de septiembre de 2014

CRUJE EL ALBERO.

El burel el albero rastrea
en el burladero del tres,
y mira arriba y se asoma,
y respira y te mira
de la cabeza a los pies.

El cerrojo del callejón
suspira y se asoma;
tras el canto del clarín…..
un castoreño, una pica,
chaquetilla una mona;
apretado el corbatín,
chalequillo y calzona.

Asoma una dinastía
entre rayas de picar
con la vara por delante
como se debe citar;
duda un poco la fiera,
cita al vuelo el percal
y se inicia una embestida
la que Curro templará.

Sangre corría por sus venas,
que sigue recorriendo alberos;
y hasta alguno dejó su vida
estampada entre tableros;
sangre de estirpe torera
Muñoz o “Morenos”
es para más verdad,
como diría el Espartero,
gran familia de toreros
paridos por mi ciudad.
El caballo,  bandera y vida
en tentaderos que educan,
donde toreros se hacen hombres
y en muletas se acurrucan.

Cita a las nubes del cielo
con varas de firmamento azul,
que esas picas no caducan
porque están hechas de luz.
Aunque los ángeles se asombren
y se escondan por Benazuza,
siempre me enorgullece decir:
que Curro era su nombre
y de apellido, Sanlúcar.


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