Me podrás pedir un cambio
porque mi ser te envida
con las cartas divididas
sin ningún posible dubio.
Nunca fui un soberbio
ni con el alma precavida
más bien diría que es atrevida
para mirarte sin agobios.
El libro de los proverbios
deja las palabras servidas
esas que nunca se olvidan
tal cual la dictara un sabio.
Sin sentimientos turbios
que tu corazón dividan,
no quiero ser el ubio
para un alma ceñida,
adormecer el resabio
de desilusiones vividas;
sólo quiero robar tus labios
para regalarles mi vida.
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