Están cansados, muy cansados
de pasear por la alameda de la vida,
y cuando la existencia va a adormecida
rememoran lo que han andado.
Están cansados, muy cansados
de pisotones, putadas y acometidas,
y si en un momento te los quitas
descubres tristes tus pies hinchados.
Están cansados, muy cansados
de pisar piedras en mañanas aturdidas,
de subir montes, laderas y colinas
y de andar por días tristes y desdichados.
Están cansados, muy cansados
de avanzar por donde nadie los mira,
de ir de acá para allá siendo denostados,
de caminar sin la vergüenza debida,
de pasear sin ser respetados;
están cansados, demasiado cansados,
este calzado, ya, sin energía,
no se si dejarlos a un lado
no se si seguir con ellos todavía;
pero lo reconozco, están cansados
llenos de rozaduras del día a día
con suelas rotas y manchados;
sólo se y así lo firmaría:
Que mis zapatos están agotados.
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