Si alguien la vuelve a ver, dígale que nunca dejé de escribirle, aunque mi alma se haya quedado sin tinta.

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sábado, 11 de abril de 2020

MADRE DE ETERNIDAD.

En Marquesa del Saltillo me remuevo
se descerraja mi ansiedad;
¡Vienes otra vez a mí, Soledad,
despierta la tarde de mis desvelos. 

A San Pedro, presto llego
Madre Angustias, líbranos del mal; 
y San Eustaquio  atisbo con brevedad
volando por la "callejilla del Cuerno".

A los amores de mi corazón protejo,
en San Vicente, donde vuelvo a rezar;
y a veces hasta mis ojos saben llorar
recordando cada año a mis abuelos.

Esquina de Refugio de San Bernardo,
añoranzas de mi hermano, el capataz,
enfilando abajo, enhiesta, la calle Real,
camino del Porche donde afloran mis anhelos.

La Parroquia  arropada de azahar,
de oraciones, de duros desconsuelos,
me acerco al Monumento y me atrevo
a pedir por los que portan la enfermedad.

Arribas a la Plaza de la Humildad
navegando en un mar de naranjos viejos,
y mi madre espera para buscar Tu consuelo,
con lágrimas escondidas tras un cristal.

Calle Abades, un suspiro, levedad,
ya la noche oscurece  el cielo
besas a Jesús del Huerto, el del madero
y dibujas lentamente otra "revirá".

Antes de la Paloma, Madre Soledad,
en los Abastos de nuevo me desvelo;
mi padre, se hace presente, le pido consejo...
mas me entristece su exigüidad.

Por la ladera del Porche de la amistad,
a mi calle, donde a media noche, te espero
arropado, envuelto por un negro cielo
cuando atisbo a lo lejos Tu Verdad.

Esquina de la taberna, del bar
a mis hijos quiero abrazar de nuevo,
sin parar cada suspiro  de orar,
a mi amor abrazo, a mi amor amelo
contra mi pecho, en esa realidad.
Por los míos, por los tuyos, voy a rezar
por los injustos con los que me solevo,
por los que marcharon de aquí al cielo
por los que se mantienen en la impiedad.
A la orquesta en la calle me afielo...
¡Lágrimas, como cada año, llorad!
Con una saeta no me atrevo,
¡Ay si mi hijo la pudiera cantar!...
Una oración por los enfermeros,
por los médicos de esta verdad,
por las que limpian con esmero,
por quien trabaja para alimentar,
por la soldado, por el bombero,
por el policía y por el que es local,
a todos ellos me refiero
al hablarte Madre mía,
Madre de la Soledad.
Un Sábado Santo muere de nuevo
para como siempre resucitar;
resucitemos agarrados a Tu pañuelo
Madre de la Soledad.
Este sábado, nos devora el desconsuelo,
nos machaca el alma sin piedad,
todo lo que he vivido no es más que un sueño
un sueño de inmortalidad;
pero la vida es eterna, por eso espero...
Porque eres Madre de  eternidad
y siempre, siempre se puede empezar de nuevo.


Todo siempre puede empeazar de nuevo.
















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