Tus besos a mi miedo acunan
son de un mal día, efugio;
de tu perfume los efluvios
más tristezas, ninguna.
El calor del estío no importuna
y entre tus cabellos rubios
del relente me refugio,
y empiezo a recitar mis runas.
Eres la suerte de mi fortuna,
duermen en ti los infortunios,
no se si serán mil augurios
no tengo exigencia alguna.
El sol por su brillo pugna
en un interminable junio;
acaso todavía no reúna,
tal vez sea solo un preludio,
quizás todavía no se aúna
el fulgor para el plenilunio.
Eres luz que apaga a la luna
acunada en negro columpio
disipas rauda la bruma
pues atraes al fortunio;
nunca se reflejará en la laguna
nuestra noche de novilunio.
nunca se reflejará en la laguna
nuestra noche de novilunio.
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