Del color del carmesí,
como la sangre, intenso,
se aplaca hasta el viento
cuando se refleja en ti.
De la hermana del pomelo
es tu segundo color,
que te despierta del sopor
como hace un café con hielo.
Canario que no canta
es el tercero en discordia.
Se va haciendo la concordia:
ya tres colores se plantan.
Del campo y de la pradera,
del césped y de las hojas,
es el cuarto el que se aloja
al fondo de la albufera.
Teñido como el del cielo
el quinto despierta atento,
y desde la calle advierto
cómo despega del suelo.
Utilizado en la ropa de casa
hace muchos, muchos años.
Como en un uso cotidiano
el sexto entra en la comparsa.
Los dulces ojos de Elisabeth,
Taylor para más señas,
hacen que los siete tengan
un gran brillo y lucidez.
Y si buscas con esmero
desde el principio al final,
jamás podrás encontrar
lo que decía el jardinero:
que al límite de un arco iris
hay una jarra con dinero.
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