Si me tocara la lotería,
la que siempre se desea,
no hay nadie que no sea
y que no quiera esa alegría.
Que tu equipo gane un partido
no es ninguna purrela,
que te premie la quiniela
“pa” sentirte agradecido.
Algunos, por ser Borbones;
otros, por viajar a Bretaña;
pocos, por despertar mañana;
muchos, por los cupones.
Pero la ilusión más deliciosa
es encontrar un amor
a la vuelta de la esquina
y que dure de verdad,
que te inyecte adrenalina
y que tenga sinrazón
como dulce clavellina.
Mas, ojo con la ilusión,
que, aunque de ella aún se vive,
no le des “toa” la razón
y tampoco te desveles
porque casi siempre -¡qué dolor!-
entrará la decepción
cuando menos te la esperes.
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