Perfuma
ahora mi piel,
con
carmín semi-rosado;
hoy
estoy tan apocado
que
necesito tu dulce miel.
Besa mi sonrisa, Torre Eiffel
con fragor apasionado,
pues
me siento abandonado
cual perdido y triste curiel.
Como la luna, ¡mírame!
como contempla al sol apagado;
y abandónate aquí a mi lado
soñando
mi sueño también.
Méceme
en suave vaivén,
con ese perfume esperado;
una,
mil veces o cien
con
tu céfiro susurrado,
y
tu alegre alma de cairel.
Dame
tu amor tan deseado
que
hasta en sueños te seré fiel.
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