Espuma blanca que emerge
desde la llanura celeste,
sin que el viento la
moleste
y poco a poco diverge.
Camino de los veleros;
hogar de miles de estrellas,
de caracolas blancas,
de caballos sin cocheros.
Habitantes de mil colores
que de ella se alimentan
y corales que cimientan
unos fondos naturales.
¿Cómo es posible, Dios mío,
que si el agua llega dulce
de los cauces de los ríos,
en cuanto arriba a la mar,
llega con tanto albedrío
que se vuelve agua “salá”?
Parecen que fueran besos
ese agua de la mar,
que, mientras más bebes de
ella,
muchísima más sed te da.