Si alguien la vuelve a ver, dígale que nunca dejé de escribirle, aunque mi alma se haya quedado sin tinta.

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martes, 30 de abril de 2013

AGUA DE MAR.

Espuma blanca que emerge
desde la llanura celeste,
sin que el viento la moleste
y poco a poco diverge.

Camino de los veleros;
hogar de miles de estrellas,
de caracolas blancas,
de caballos sin cocheros.

Habitantes de mil colores
que de ella se alimentan
y corales que cimientan
unos fondos naturales.

¿Cómo es posible, Dios mío,
que si el agua llega dulce
de los cauces de los ríos,
en cuanto arriba a la mar,
llega con tanto albedrío
que se vuelve agua “salá”?

Parecen que fueran besos
ese agua de la mar,
que, mientras más bebes de ella,
muchísima más sed te da.

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