Embaucadores en pareja
de ojos y pensamientos,
diana de miramientos
que el hombre siempre
desea.
Canal de un arroyuelo
donde reposan los sueños,
mirando siempre risueños
y manteniéndose serenos.
El alimento del nacido
en su interior se
arrebuja,
mas todos quieren su
dulzura,
cualquier hijo de vecino.
Hay turgentes y menudos,
con capucha recogidos,
enhiestos, dormidos,
con camisa y desnudos.
Si en mi mente yo buscara,
de una serie tendría visos
que hablaría muy a las
claras
de lo que hasta ahora yo
he dicho.
Muchos podrán rebatir
dejándome en entredicho;
pero lo cierto y verdad
es que, sin ellos o sin
ellas,
nunca habrá paraíso.
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