Querido angelito Cupido
(de los cojones):
¿Por qué te empeñas,
consciente
de disparar a un chiquillo
que no es más que
adolescente
y que se le cae la baba
por la que no lo mira de
frente?
¿Por qué disparas sabiendo
que la otra va y le
miente,
y, aunque mire y siga
mirando,
y se declare abiertamente,
no le hace ni puto caso
a ese muchacho decente?
¿Por qué disparas, si
sabes
que esa mirada absorbente
de la chica es para otro,
al que mira muy candente,
y que, a su vez, ése mira
de reojo
a la que no tiene
enfrente?
¡Ay Cupido, Cupido mío!
¡A ver si vas aprendiendo
que, aunque seas un
angelito
y todo ya debas saber,
cada vez que dispares, por favor,
que sean dos flechas a la
vez!
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