más lento o más deprisa,
y como el roce de fina brisa
con tus palabras sonrojándome.
En tu boca seguiré disfrutándome
de esa tu dulce sonrisa,
que era la puerta de la dicha
como cuando estabas hablándome.
Quisiera quererte callándome
sin lugar nunca a la desdicha,
y con esa pérfida y oscura bicha
en el destino siempre esperándome.
En sueños estaré disfrutándote
eso que a mi alma irisa;
a tu ausencia adaptándome
y navegando en mi desdicha
la que pariste dejándome.
De vez en cuando y muy aprisa
tu recuerdo seguirá cegándome;
olvidándote ya sin prisas
aunque tus ojos sigan alterándome.
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