Catarata de cristal radiante
que desahoga el alma de penas;
perdón líquido de las condenas
y del dolor, el estandarte.
Lunas rojas de sufrimiento
que paren el rocío en tus mejillas
y allí nace un río donde brillan
las oscuras aguas de tu lamento.
Con tus cabellos al viento,
con tu cara sonrojada,
con tu alma sintiendo
y tus pupilas dilatadas.
Amargo, de tristeza,
de emoción y quebranto;
¡Cuán bonito, qué belleza
al contemplar tu llanto!
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