Se oscurece tremendamente el alma
con la nube inmensa de dolor,
con la falta absurda de amor
que no deja mi corazón en calma.
No tienen sentido las cosas
que enmudecen mi voz clara.
Se reconoce en mi cara
y me pesa como una losa.
La algarabía se acerca.
Es, por fin, la enésima copa:
de alcohol se impregna mi ropa
y mi pensamiento se obceca.
Feliz como una mariposa,
vuelo sin rumbo ni norte,
aunque al dormir de nuevo brote
la realidad más horrorosa.
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