De piedras
color canela
con jaras
verde romero,
nido y calor
en invierno
para un
“puñao” de mochuelos.
Raída en más
de mil años
hoy renace
pequeñita
dándole
cobijo al alma
de una antigua
Mezquita.
Leo en su
cara la historia
aunque esté
siglos dormida.
En tiempos no
tan lejanos
disfrutaba de
propia vida.
Era
estandarte y fortaleza,
era corona de
la colina;
arropaba a un
minarete
que de
Sanlúcar es el vigía.
Paredes nacen
en su cara,
piedras
posadas en el suelo,
donde la Redención
fue clavada,
quizá fuera mi bisabuelo
quien lo enterrara de nuevo,
y su Madre de las Angustias
lloraba ese mismo duelo,
consolada por
la muralla cristiana
de mi Barrio
de San Pedro.
De mi exaltación a la Virgen de las Angustias 2019.
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