Los cernícalos de las murallas
escuchan un eco, muy atentos
desde la Plaza de San Pedro
cuando la música estalla.
En un suspiro compases que callan
y mana del balcón un lamento
saetas plenas de sentimiento
que en tu parihuela se entallan.
Rumores roncos por la muralla
de un capataz satisfecho,
no ha lugar a desfallecimientos
de esos costaleros con agallas.
Y un micrófono que sonsaca
de entre el murmullo del viento,
el rumor que en el aire escapa
que es un gentío dando aliento;
un sudor que a mí me empapa
y lo digo cual lo siento:
¡Angustias gitana! te aclama
de mi alma el acento;
y una voz que al firmamento
de debajo del paso destaca
impregnada de sentimiento;
es mi Cuca el que declama
y vocea a los cuatro vientos:
¡Angustias!, ¡Gitana!, ¡Morena!, ¡Guapa!
Y tus costaleros, dándose aliento
pareciera que los faldones destapan
contestando con unísono sentimiento:
¡Guapa, guapa, guapa y guapa!
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