Entregada a Dios como capilla
en Ben-a-zuzá fortaleza mora,
entre cascadas de palmeras,
una luz en lo alto brilla
y en un cauce de túnicas y
hebreas
Sanlúcar espera a la orilla.
¡Asomaros a la calle, cristianos!
Que montado en su pollina
y con amor en sus manos,
va derramando bendiciones
ese Jesús de Nazaret
al que todos entregamos.
Humildad en su mirada,
bendición en sus manos,
reconforta su sonrisa
y llena de amor su cara:
¡Costalero menos prisa!
Que la plaza espera su llegada.
Cae suave en manto de la noche
sobre la sanluqueña Jerusalem,
oleadas de olivos, palmas y fe
quieren poner un bello broche,
ahora cuando vas a volver
y al alborear la tarde.
¡Ya la palmera se quiebra!,
¡Ya las potencias echan a volar!
Con la cintura “quebrá”
y con las rodillas en tierra,
adentro y de una sola “chicotá”
que Benazuza de aplausos se
siembra.
Y cuando la luna se asoma
por la colina de tejas,
y el azahar escarcha tiene,
el capataz con voz firme y
cansada
da al aldabón diciendo:
¡Ahí quedó, hasta el año que
viene!
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